Si algún libro merece calificarse de "tocho", es éste. Y conste que se trata de sólo de la primera parte de un total de cuatro. Pero, en su día, debió ser toda una revolución. El propio Mommsen lo afirma al declarar su intención de dejarse de leyendas para utilizar exclusivamente fuentes fiables. En realidad, en este tomo, y en especial durante su primera parte, abusa de la retrospección y de lo que hoy llamaríamos "derecho comparado"; pero ello se debe a que no tiene otra cosa y, ciertamente, utiliza también todas las fuentes arqueológicas que caen en sus manos, incluso las muy recientes. Hay que tener en cuenta también que Mommsen se preocupa casi en exclusiva por la historia institucional, o, mejor dicho, por el aspecto institucional de la historia. Por eso, la primera parte resulta un tanto decepcionante, aun sabiendo que fue escrita hace casi 120 años. Pero en la segunda parte, cuando, tras la caída de la monarquía, el autor considera que las crónicas y anales empiezan a ser relativamente fiables, se centra bien a gusto en la historia del derecho, de las instituciones y en la historia político-social. Parece que los otros tres tomos van por el mismo camino, lo que no me anima demasiado a comprarlos, aunque lo cierto es que los vi por 20 euros en una feria del libro viejo y casi los compré: eran una ganga. Volviendo al libro, ha conseguido que me entere, más o menos, de todo el follón de patricios y plebeyos, tribunos de la plebe, censores, dictadores, centurias, tribus, gentes, ciudadanos, clientes, libertos, duunviros, festales, pontífices y no sé cuántas cosas más. Para eso creo que será para lo que alguna que otra vez tenga que volver a este texto. ( )

M.1.6